jueves, 11 de septiembre de 2008

Sumisión

Os pongo un texto que me ha enviado una sumisa. A mí me gusta lo que expresa, ya me diréis.
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Siempre he sentido en mí la sumisión, siempre la he llevado dentro aunque nunca pude expresarla, entre otras cosas porque no sabía que eso que yo sentía tenía nombre. Se puede vivir media vida ignorante de las cosas, y de pronto descubrir un mundo que pareciendo desconocido es el tuyo. Es lo que me ha ocurrido, y el desencadenante fue la libertad que me otorgó el divorcio, la libertad de decidir lo que quiero y deseo, la libertad de no tener que dar explicaciones a nadie, la libertad de asumir mi condición.

Más de veinte años con el mismo hombre, realizando prácticas que hoy se que son habituales en bdsm, pero que en su momento creaban una sensación de culpabilidad enorme, una sensación de ser anormal difícil de superar. Hoy me he liberado de todo eso, me siento plena de poder vivir mi condición sabiendo que no soy la única y sobre todo que no soy un “bicho raro”.

Para mí, hoy en día, es más que un juego, no son sólo prácticas sexuales para tener sesiones y ya está, es algo más, es una forma de sentir, de vivir, de concebir la relación que va más allá de las meras sesiones o intercambio de correos.

Es pertenecer a una persona, es dar mi alma, mi mente y mi cuerpo a una persona para su placer, para complacerle, y ese es el mío. Sin embargo, no me confundo, ser sumisa implica una fuerza psicológica enorme para no ser rota ni destrozada en el proceso, para salir fuerte y renovada, asumir la propia condición no es fácil. Desde mí ambos deben ser maduros, responsables, conscientes y coherentes con sus creencias, tener un conocimiento profundo de sí mismos, ser sinceros y honestos, creo que es la única manera de llevar adelante este tipo de relaciones. Es necesaria una complicidad, una confianza inmensa en el otro, una amistad, un conocimiento grande y completo del otro y eso se obtiene con tiempo. A mí no me vale la típica relación que surge de un día para otro, eso es sexo sin más, no es sumisión. De alguna manera necesito amar para entregarme hasta ese punto.

Mi experiencia es reducida. Conozco a muchos Amos, hablo con muchísimos, voy haciendo amistades, aprendo a distinguirlos; con algunos, juego, les toreo, con otros aprendo, el problema es que hasta ahora no he encontrado a nadie que me llene. A veces las distancias y la imposibilidad de salvarlas, otras veces el ser la segunda, otras por la impaciencia para conducirme, en fin, diversas razones para que no cuajaran las cosas.

Mi deseo es encontrar un Amo que me sepa guiar y con el que poder sentirme viva. Pero también un Amo con el que poder dialogar, hablar, discutir, debatir, construir, alguien intelectualmente vivo, que sepa enseñarme cosas y sobre todo que me demuestre que es mi Amo, el que me merece y al que merezco.

Mi placer es el de mi Amo, mi orgullo servirle, mi vergüenza no saber complacerle y mi humillación no ver su orgullo.

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