jueves, 20 de noviembre de 2008

La tacita y su creador

Este texto me lo enviaron hace mucho tiempo, debo confesar que no recuerdo quién, no sé si fue el autor, o ya había sido tomado de alguna otra página. Si alguno reconoce el cuento, y sobre todo, sabe quién es el autor, agradecería que nos informara. Lo justo es darlo a conocer. Mientras eso sucede, lo cuelgo aquí, para deleite nuestro. Creo que expresa muy bien el proceso de transformación de una sumisa en manos del Amo. Disfrutadlo!
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La tacita y su creador
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Se cuenta que alguna una vez, en Inglaterra, existía una pareja que gustaba visitar las pequeñas tiendas del centro de Londres. Una de sus tiendas favoritas era una en donde vendían vajillas antiguas. En una de sus visitas a la tienda vieron una hermosa tacita. "Me permite ver esa taza?" preguntó la Señora, "nunca he visto nada tan fino como eso!"

En cuanto tuvo en sus manos la taza, escuchó que la tacita comenzó a hablar.
La tacita le comentó: "Usted no entiende! Yo no siempre he sido esta taza que usted está sosteniendo! Hace mucho tiempo yo sólo era un montón de barro amorfo. Mi creador me tomó entre sus manos y me golpeó y me amoldó cariñosamente. Llegó un momento en que me desesperé y le grité: "Por favor!! Ya déjame en Paz!". Pero sólo me sonrió y me dijo: "Aguanta un poco más, todavía no es tiempo." Después me puso en un horno. Yo nunca había sentido tanto calor! Me pregunté por qué mi creador querría quemarme, así que toqué la puerta del horno. A través de la ventana del horno pude leer los labios de mi creador que me decían: "Aguanta un poco más, todavía no es tiempo." Finalmente se abrió la puerta. Mi creador me tomó y me puso en una repisa para que me enfriara. "Así está mucho mejor!" me dije a mí misma, pero apenas me había refrescado cuando mi creador ya me estaba cepillando y pintándome. El olor de la pintura era horrible! Sentía que me ahogaría! "Por favor detente!" le gritaba yo a mi creador, pero él sólo movía la cabeza haciendo un gesto negativo y decía "Aguanta un poco más, todavía no es tiempo." Al fin dejó de pintarme; pero esta vez me tomó y me metió nuevamente a otro horno! No era un horno como el primero, sino que era mucho más caliente! Ahora sí estaba segura que me sofocaría! Le rogué y le imploré que me sacara! Grité, lloré, pero mi creador sólo me miraba diciendo "Aguanta un poco más, todavía no es tiempo."

En ese momento me di cuenta que no había esperanza! Nunca lograría sobrevivir a ese horno! Justo cuando estaba a punto de darme por vencida se abrió la puerta y mi creador me tomó cariñosamente y me puso en una repisa que era aún más alta que la primera. Allí me dejó un momento para que me refrescara. Después de una hora de haber salido del segundo horno, me dio un espejo y me dijo: "Mírate! Esta eres tú!" Yo no podía creerlo! Esa no podía ser yo! Lo que veía era hermoso! Mi creador nuevamente me dijo: "Yo sé que te dolió haber sido golpeada y amoldada por mis manos, pero si te hubiera dejado como estabas, te hubieras secado. Sé que te causó mucho calor y dolor estar en el primer horno, pero de no haberte puesto allí, seguramente te hubieras estrellado. También sé que los gases de la pintura te provocaron muchas molestias, pero de no haberte pintado tu vida no tendría color. Y si yo no te hubiera puesto en ese segundo horno, no hubieras sobrevivido mucho tiempo, porque tu dureza no habría sido la suficiente para que subsistieras ¡Ahora tú eres un producto terminado! ¡Eres lo que yo tenía en mente cuando te comencé a formar!

Tu eres una tacita en las manos del creador: Confíate en sus manos, aunque muchas veces no comprendas por qué permite tu sufrimiento.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Yo, Dominante

De nuevo con vosotros para presentaros una confesión. Sí, una confesión escrita de un Dominante con experiencia que hace gala de sentido común y coherencia, y también de valores y principios, los suyos, los que le marcan para ser como es. Habla desde su interior y nos regala sus palabras. Gracias en nombre de todos los que te leerán.



Yo, Dominante

Y también pude haberlo titulado 'Id, Dominante y Superego', y hacer un guiño a la freudiana idea sobre la imperiosa necesidad humana por saciar nuestra sexualidad. E incluso 'Dominante, Yo y Superego' y hacer el guiño sobre los primitivismos que nos mueven a ser muy machos y muy hembras. Hasta podría haber sido 'Id, Yo y Dominante' y guiñar a nuestro propio orgullo y nuestra lucha interna con relación a la moral de la sociedad que nos circunda.

Pero no, hablamos de D/s-BDSM, y es mejor que me deje de guiños y que me confiese: Yo soy Dominante.

Siempre es difícil hablar de uno mismo sin resultar pedante, aburrido e incluso falso, así es que ya advierto de antemano que voy a utilizar muchas veces la palabra humildad, por mucho desconcierto que cause una expresión así en una carta de confesión como ésta.

Porque, sí, soy como soy y no me jacto de ello como tampoco me avergüenzo. Porque, humildemente, sé que no soy nada sin que haya otra persona que quiera cederme el control a cambio de ofrecerle confianza. Porque, con franqueza y humildad, admiro a las personas que confían en los demás hasta el punto de entregarse física, mental y emocionalmente, algunas veces sin reservas. Porque, con franqueza, sinceridad y humildad, muchas veces pienso en lo que complace a la otra persona cuando deseo que me complazca.

Y maldita sea, esto es una confesión, no esperes que te mienta. Puedo ser duro, inflexible, serio, arrogante y orgulloso, pero es ser humilde lo que evita que me convierta en inhumano, despiadado, grave, prepotente y ególatra.Hace mucho tiempo que evito hablar sobre buenos o malos Dominantes, porque siempre son visiones subjetivas que no llevan a ninguna parte. Pero sí distingo entre una d y una D según el nivel de humildad del que hagan gala, según sepan, o no, dejar de lado sus propias necesidades por el bien de otra persona. Poco me importa la pericia de cada cual manejando una fusta o un látigo, ni la cantidad de personas sumisas que tiene o ha tenido a su cargo. Poco me interesan los discursos grandilocuentes para intentar impresionar a los que escuchan o leen, o la florida prosa que utilicen para expresarse. Al final, lo que tiene realmente valor, es poder pensar en los demás, cuando es preciso, tanto como en nosotros mismos. Eso es lo que nos hace ser responsables, respetables y respetados.

Y esto sigue siendo una confesión, a pecho descubierto, por lo que también debería hablar de la aceptación para saber lo que soy y reconocerme como tal; de la comunicación para aceptar y entender los aspectos emocionales de la psique de los demás; de la cortesía para tratar con buenas maneras a los demás, independientemente de su tendencia; de la gracia para presentarme a los demás con el suficiente grado de importancia, estilo, personalidad y elegancia; del dominio para emplear el control de manera respetuosa, inteligente y humilde, con naturalidad; de la honestidad para expresar con claridad mis emociones, temores, límites, fantasías, ideas y pensamientos para ser auténtico y directo; de la inteligencia para tener la habilidad de tomar el camino más apropiado para actuar en todo momento y no ser conformista con lo que sé o creo saber; de la lealtad para defender mis convicciones, mi honor, y respetar mi palabra dada como si fuera Ley; de la paciencia para saber cuándo esperar y cuándo presionar sin perder mi dignidad; del respeto para tolerar la falta de respeto de los demás y rodearme sólo de personas educadas; de responsabilidad para ser consciente y consecuente con mis acciones o mis palabras y asumir mis errores; del auto-control para saber controlarme a mí mismo antes de pretender controlar a otra persona; del auto-respeto para valorarme a mí mismo y respetar mis límites, en cualquier circunstancia, y que no afecte negativamente a nadie; del servicio para aplicar inteligentemente mi naturaleza de Dominante y encauzarla a las necesidades físicas y emocionales de otra persona, y del buen humor para disfrutar de las sonrisas en mi rostro y en el los demás.

Pero, con humildad te aseguro, que todos los días me esfuerzo para que todo lo que os he contado sea del todo verdad y no deba reprocharme demasiado, ya que, al igual que tú que me estás leyendo, también sigo aprendiendo y deseando mejorarme. Porque, humildemente te lo confieso... yo sólo soy un Dominante.
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Nostromo