domingo, 3 de octubre de 2010

Chats y Bdsm

Hace ya tiempo que quería hablar de Bdsm y chats. No voy a hablar de la falta de educación o de las barbaridades que se dicen en los privados, ni de la falta de contenido que en la mayoría de ellos se ve. Quisiera hablar de ello enfocándolo desde la seguridad emocional, no será fácil, pero voy a intentarlo.

Cuando se decide utilizar este medio hay que saber muy bien a qué entramos. A pasar un rato divertido, a contactar con personas afines a nosotros, a intercambiar experiencias y conocimientos, a aprender cosas nuevas, a tener cíber sexo, cualquiera de estas motivaciones son estupendas y válidas.

Antes de entrar en ellos hay que saber que en los chats se magnifican las cosas. No es lo mismo hablar que escribir, son formas diferentes de comunicarnos. Expresamos de otra manera las emociones y las sensaciones. Sólo disponemos de la palabra y es muy fácil mostrarnos mejor de lo que realmente somos, lo que es comprensible, ya que deseamos presentar lo mejor de nosotros mismos, y muy pocos tendrán la honestidad de reconocer sus defectos por escrito, muchas veces porque ni ellos mismos los ven.

Pero una vez dentro, nos encontramos en una jungla dominada por el anonimato y lo que ello conlleva, es decir, el poder ser quien quieras en cualquier momento, total, nadie te ve ni te conoce. Evidentemente, la finalidad del chat no es sólo tener relaciones amistosas, o de Bdsm cíber, a través de la pantalla, sino llegar a un conocimiento real del otro, en carne y hueso. Si es nuestra intención está claro que lo último que debemos hacer es mentir. Si lo hacemos nunca seremos capaces de traspasar la frontera de la pantalla por miedo. Miedo a que se den cuenta de que somos una mentira, una fantasía.

Sólo el tiempo nos dará una perspectiva real de la persona que está al otro lado, el trato continuado permitirá que vayamos ajustando la primera impresión a la realidad de cada uno, creando una confianza que nos permita avanzar despacio. No debemos dejarnos deslumbrar por una forma de hablar, ni por promesas que no sabemos si llegarán a ser realidad. Seamos prudentes y protejámonos siempre con la verdad.